Cronica

¡Todavía puedo!

Lorenzo Vargas Santiago tiene 82 años y sigue trabajando cargando peso en el Mercado La Hermelinda.

Dante Ñiquen Flores

“Tengo 82 años y todavía puedo”, afirmó Lorenzo Vargas Santiago, uno de los más veteranos carretilleros del mercado La Hermelinda, en una muestra que fuerza y edad pueden convivir en un matrimonio feliz. Tiene estatura de adolecente y una delgadez que no da pena, si no admiración - todo en él parecen músculos fibrosos-, aún así su expresión deja serias dudas.
La mañana estaba fría y opaca, el olor de papá, pollo, pescado, característico de un mercado mayorista, me trasladaba a otra realidad. “Le ayudo comprando, un sol no ma”, escuchaba en mi espalda. Era un niño de ocho años pidiendo trabajo a una señora que compraba papayas. Ella aceptó el servicio, amablemente del carretillero.
“Lleve, lleve, para todos los tipos de parásitos, Zen producto natural”, se oía fuertemente por los desordenados pasadizos de tierra de este mercado. Intentaba avanzar. Era como estar en una cola del banco. Luego de unos cuantos minutos de esperar y caminar lento, logré salir y encontré a la persona que estaba buscando: Mi entrevistado.
“Yo trabajo desde hace 20 años aquí, papá”, respondió con orgullo Lorenzo, quien parece un niño cuando le pregunte ¿le gusta trabajar? No escuchó muy bien. Entonces, me acerque a su oído y le grite mi inquietud.
“A mí me gusta trabajar aquí, tengo 12 hijos, una está en Chile y otros trabajando como comerciantes”. ¿Y a qué se dedicaba antes?, “Yo tenía mis hectáreas, cosechaba papá por camionadas allá en mi tierra Julcán, Calamara”. ¿Por qué vino a Trujillo? “Yo me enfermé de la próstata y me trajeron al Hospital Regional. Tenía 52 años. Cuando me recuperé mis hermanos se habían agarrado mis tierras, ya no tenía donde sembrar, mis hijos se consiguieron unos terrenitos por Laredo. Allí siembran con mi señora, y yo me dedico a trabajar como carretillero. Mis hijas dicen que ya no trabaje pero yo todavía puedo”.
Alquila su carretilla de lunes a sábado. Paga un 1.50 a la asociación y a veces gana 15 o 10 soles, que sirve para su comida. No es mucho lo que gana, pero es honrado. Los domingos se toma el libre. Entonces, visita a sus hijos. “Este domingo le voy a llevar su propinita a mi hija que tiene su puestito en un mercadito del Alto Trujillo, ahí vivo yo en la Ms. P Lote 25 – Bolongo”, contó.
José Tirado Solís es un joven de 16 años y colega de Lorenzo. “El señor es buena gente, cuando tenemos problemas nos aconseja, es uno de las antiguos en este mercado”, respondió.
Jacobo Pérez Rojas de 18 años, otro carretillero, coincidió en el respeto al anciano de 83 años. “Aquí entre todos nos apoyamos, hay muchos niños que salen de sus casas por que no tiene ni para ir a estudiar, ni comer, en otros casos los castigan, el señor Lorenzo siempre nos ayuda y apoya como nosotros a él” valoró.
No sé si incómodo por los halagos o porque el tiempo apremiaba y tenía seguir trabajando, Lorenzo inició la partida. “Ya me tengo que ir, hay que trabajar, otro día conversamos”, se despidió y se perdió entre los comerciantes de La Hermelinda.

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